viernes, 29 de mayo de 2015

Aunque siga brillando la luna


"(...) Avanzaron por una avenida embaldosada. Ahora todos hablaban en voz baja, pues era como entrar en una vasta biblioteca al aire libre o en un mausoleo habitado por el viento y sobre el que brillaban las estrellas. El capitán habló sin levantar la voz. Se preguntó adónde habían ido los marcianos, qué habían sido y quiénes eran sus reyes, y cómo habían muerto. Se preguntó en voz alta cómo habían construido esta ciudad para que soportara el peso de los siglos, y si alguna vez habrían visitado la Tierra. ¿Serían ellos los antepasados de los hombres que habían aparecido en la Tierra diez mil años atrás? ¿Y habrían amado y odiado con amores y odios similares a los. terrestres, y habrían cometido las mismas tonterías cuando hicieron tonterías?
-Lord Byron --dijo Jeff Spender.

La Torre Cinética, invitación a su inauguración en 1971.
Cuando el Gobernador era Murillo Vidal y Xalapa era Jalapa
El capitán se volvió y lo miró.
-¿Lord qué?

-Lord Byron, un poeta del siglo diecinueve. Hace mucho tiempo escribió un poema que parece inspirado por esta ciudad y por cómo los marcianos tienen que sentirse si aún son capaces de sentir. Pudo haberlo escrito el último poeta marciano.
Los expedicionarios continuaban inmóviles, de pie sobre sus sombras.

-¿Qué dice el poema, Spender? -preguntó el capitán.
Spender cambió de posición, extendió la mano como recordando, entornó los ojos un momento, y en seguida se puso a recitar con voz lenta y apagada, y los hombres escucharon todo lo que decía:
 

Así que nunca más pasearemos
tan tarde de noche,
aunque el corazón siga enamorado,
y aunque siga brillando la luna

La ciudad inmóvil era alta y gris. Los rostros de los hombres estaban vueltos hacia la luz.
Pues la espada gasta la vaina,
y el alma gasta el pecho,
y el corazón tiene que pararse a tomar aliento,
y el amor mismo ha de descansar.


Aunque la noche fue hecha para amar,
y el día vuelve demasiado pronto,
nunca más pasearemos
a la luz de la luna. (...)"


Hermanos, pongo este dibujo de la Torre Cinética de 1971, porque estoy seguro que a Dante Gómez (seudónimo de Jeff Spender) le tocó la inauguración de ese bello monumento, hoy hecho añicos debajo de toneladas de concreto en el Congreso del Estado... Recuerdos de otros tiempos...








De las Crónicas Marcianas 1


"(...) ¿Qué miras, papá?
- Estoy buscando lógica terrestre, sentido común, gobierno honesto, paz y responsabilidad.
-¿Todas esas cosas están allá arriba?
-No. No las he encontrado. Ya no están ahí. Y nunca volverán a estarlo. Quizá nunca lo estuvieron...(...)"

"El picnic de un millón de años" Ray Bradbury. Crónicas Marcianas.

domingo, 24 de mayo de 2015

Cuando yo me vaya

Cuando yo me vaya,no quiero que llores, quédate en silencio, sin decir palabras,
y vive recuerdos, 
reconforta el alma.
Cuando yo me duerma, respeta mi sueño, por algo me duermo; 
por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada, y casi en el aire, con paso muy fino, búscame en mi casa, búscame en mis libros, búscame en mis cartas, y entre los papeles que he escrito apurado.
Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco y puedes usar todos mis zapatos. Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama, y cuando haga frío, 
ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate y beberte el vino que dejé guardado. Escucha ese tema que a mí me gustaba, usa mi perfume y riega mis plantas.
Si tapan mi cuerpo, no me tengas lástima, corre hacia el espacio, libera tu alma, palpa la poesía, la música, el canto y deja que el viento juegue con tu cara. Besa bien la tierra, toma toda el agua y aprende el idioma vivo de los pájaros.
Si me extrañas mucho, disimula el acto, búscame en los niños, el café, la radio
y en el sitio ése donde me ocultaba.
No pronuncies nunca la palabra muerte. A veces es más triste vivir olvidado
que morir mil veces y ser recordado.
Cuando yo me duerma, no me lleves flores a una tumba amarga, grita con la fuerza de toda tu entraña que el mundo está vivo y sigue su marcha.
La llama encendida no se va a apagar por el simple hecho de que no esté más.
Los hombres que “viven” no se mueren nunca, se duermen de a ratos, 
de a ratos pequeños, y el sueño infinito es sólo una excusa.
Cuando yo me vaya, extiende tu mano, y estarás conmigo sellada en contacto, y aunque no me veas, y aunque no me palpes, 
sabrás que por siempre estaré a tu lado.

Entonces, un día, sonriente y vibrante, sabrás que volví para no marcharme.
Carlos Alberto Boaglio

sábado, 16 de mayo de 2015

De abuelitas y arañas...

Dante adoraba a su Mamá. Y yo, que tuve oportunidad de conocerla, escribo estas líneas recordándola con cariño, en esta tibia tarde de 10 de mayo...

Doña Feliciana, doña Chanita para sus hijos, nietos y cuates, era una mujer bonita, chiquita, con olor a cocina, a hierbas, a café molido. Pienso que si la viera hoy la vería muy chiquita a mi lado. Yo la quería -la quiero- mucho. Esperaba con impaciencia las vacaciones de verano o invierno porque era casi seguro que iríamos a visitarlos allá a aquel maravilloso lugar que era su casa, en Tempoal.

Doña Chanita era muy maternal conmigo. Cuando nos llamaba a comer, recuerdo que nos lavábamos las manos en una u otra de las varias pilas que había en distintos lugares de la casa, pero el ritual del secado de las manos siempre tenía lugar en su mandil...

Era una mujer valiente. Una vez que ella me estaba bañando salió una enorme tarántula (a mis 5 años la vi del tamaño de un plato) y con el susto quise escapar corriendo, pero mi abue me detuvo tiernamente con una mano, en tanto con la otra tomó un banco de madera y ¡escutuplasch!...ahí quedó la pobre tarántula con su existencia desparramada en el piso del baño... Eso me impactó más que el verla salir. Yo creo que por eso hoy salvo a cuanta araña veo en peligro...

Estoy seguro que, gracias a mi abue Chanita, crecí a salvo de la aracnofobia, dolencia que sé, afecta a varios colegas...

¡Te extraño abuelita Chanita!


jueves, 14 de mayo de 2015

Saludo de Navidad en pleno mayo...


Reputar

Dice el Diccionario de la RAE...
Reputar (del Lat. Reputare)
1. tr. Juzgar o hacer concepto del estado o calidad de alguien o algo. U. t. c. prnl.
2. tr. Apreciar o estimar el mérito.
 
En aquellos días en que comíamos juntos (recuerdo el sabor de los pollos asados del Mesón...), entre varias charlas que iban surgiendo, Dante contaba un chascarrillo referido a algún ínclito ciudadano que, queriendo mostrar su sabiduría idiomática, inició su discurso con un... "¡Compañeros: Yo reputo que...", siendo inmediatamente interrumpido por otro que le espetó: "¡Újule Compañero! ¿Usté también...?"
 

domingo, 10 de mayo de 2015

Retrato



(Antonio Machado) - Cantada en gran parte por Serrat...

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
¡ya conocéis mi torpe aliño indumentario!
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
¡quien habla solo espera hablar a Dios un día!
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

Sol de Monterrey

Uno de los recuerdos más lindos que tengo de niña y que me seguirá durante toda la vida, es este poema. Todas las mañanas antes de irme a la escuela, mi Pepo ponía un programa de tv para niños en el que se recitaba esta linda composición de Alfonso Reyes.


No cabe duda: de niño,
a mí me seguía el sol.

Andaba detrás de mí
como perrito faldero;
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

Saltaba de patio en patio,
se revolcaba en mi alcoba.
Aun creo que algunas veces
lo espantaban con la escoba.
Y a la mañana siguiente,
ya estaba otra vez conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

(El fuego de mayo
me armó caballero:
yo era el niño andante,
y el sol, mi escudero.)

Todo el cielo era de añil;
Toda la casa, de oro.
¡Cuánto sol se me metía
por los ojos!
Mar adentro de la frente,
a donde quiera que voy,
aunque haya nubes cerradas,
¡oh cuánto me pesa el sol!
¡Oh cuánto me duele, adentro,
esa cisterna de sol
que viaja conmigo!

Yo no conocí en mi infancia
sombra, sino resolana.-
Cada ventana era sol,
cada cuarto era ventanas.

Los corredores tendían
arcos de luz por la casa.
En los árboles ardían
las ascuas de las naranjas,
y la huerta en lumbre viva
se doraba.
Los pavos reales eran
parientes del sol. La garza
empezaba a llamear
a cada paso que daba.

Y a mí el sol me desvestía,
para pegarse conmigo,
despeinado y dulce,
claro y amarillo:
ese sol con sueño
que sigue a los niños.

Cuando salí de mi casa
con mi bastón y mi hato,
le dije a mi corazón:
-¡Ya llevas sol para rato!-
Es tesoro – y no se acaba:
no se acaba – y lo gasto.
Traigo tanto sol adentro
Que ya tanto sol me cansa.-
Yo no conocí en mi infancia
Sombra, sino resolana.


Alfonso Reyes

Aputancamiento y desputificación

Lo de la desputificación del ballet de la uv fue así: Dante me contó que una vez en el Venegas (al cual al menos dos veces fuimos...) coincidió con Vélez Arceo, director del ballet. Como de seguro ambos tenían ya sus chelas a cuestas, Dante le dijo a Vélez que le iba a reclamar (de relajo claro), que él era capaz de juntar a los tempoaltecos de Xalapa para que le mostraran la verdadera danza de los viejos de Tempoal, ya que lo que el ballet presentaba era una versión harto aputancada, de dicha danza, y que él, Dante Gómez Cervantes, hacía votos por la desputificación de la misma... Desde entonces, el maestro Vélez le retiró la palabra...

sábado, 9 de mayo de 2015

Buen viaje querido tío Dante, por Xóchil Gómez Domínguez

Hoy hace cuarenta días has emprendido el viaje eterno.
Según nuestra costumbre adoptada, en el estado de Guerrero, hoy después de cuarenta días deja tú espíritu la tierra, has recogido tus pasos, para ir al descanso eterno junto al creador, más allá del sol.
Debido a a la prueba tan difícil que me ha preparado la vida, no he rendido el homenaje a tu memoria, no he vivido el duelo por tu partida .
Hoy justo en este día que tú espíritu reposará en otra dimensión, quiero agradecerte las vivencias infantiles tempoalenses, que han sido las más significativas en mi vida.
Mi primer libro en la casa de los abuelos Platero y yo, Libro de Oro de los niños, Mi primer libro de Geografía, El gigante egoísta por citar algunos.
Recuerdo la alegría de la llegada de Navidad, porque vendrías de Xalapa con tú familia y me traerían muchos regalos.
Como olvidar el día que la abuelita Chanita estaba siendo velada en la casa de Tempoal y tú y yo recorrimos toda la casa grande evocando los lugares preferidos durante tú niñez y platicando recuerdos de la infancia junto a tus padres y hermanos.
La emoción tan grande que nos daba a mi hermana Malicha y a mí tú llegada, porque nos dejarían ir al río y bañarnos ahí.
La vida me llevó a seguirnos visitando en el D.F. y Xalapa.
El cariño que me tenías, el tono de tú voz al decirme "si, Chula"
Por todo ello ¡gracias tío Dante!
Hoy después de haber recorridos tus pasos aquí en la tierra y que disfrutas la vida celestial junto a toda la familia que nos han antecedido, recorras todos esos caminos junto a mi niño Miguelito, seas su guía y se acompañen en estos caminos, para que el día que el señor me pase lista de presentes pueda vivir esa alegría junto a ustedes .
¡Buen viaje querido tío Dante!




viernes, 8 de mayo de 2015

El poema de la mariposa

Este poema, lo escribió mi Pepo... Y siempre me lo recitaba... No se por qué?


Mariposa, Mariposa
Que vuelas de rosa en rosa,
dime dime mariposa,
¿No estarás tuberculosa?

Dante Gómez



DANTE GÓMEZ Su paso por las bibliotecas UV, por Jesús Lau



¿Qué debe hacer una persona para ser recordada?
¿Qué es necesario haga un individuo para trascender en el tiempo?


El recuerdo se cincela con emociones, de lo contrario sólo puede tener nubes pasajeras, pasajes mentales que se evaporan.  En el caso de Dante Gómez hay un bagaje de relaciones que hacen que uno recuerde su trabajo, su presencia y su contribución a las bibliotecas de la Universidad Veracruzana.  Uno definitivamente recuerda a las personas por muchos factores, los cuales puede ser por el físico que tienen o tuvieron, por el lugar donde estuvieron, por el tipo de relación que uno tuvo con ellos, pero sobre todo por lo que hicieron, por esas cosas realizadas que trascienden en el tiempo.  

En el caso de Dante, lo conocí cuando tenía la mitad de la vida que ahora tiene.  Mi primer contacto con él fue una mañana del tres de septiembre de 1973, es decir hace 33 años en la Escuela Nacional de Biblioteconomía y Archivonomía (ENBA).   La ENBA rentaba un edificio de seis pisos aproximadamente, por Viaducto Miguel Alemán, en la ciudad de México, donde se impartía el curso intensivo de entrenamiento técnico para bibliotecarios, que organizaba el recién formado, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, en dicha escuela.  Dicho curso era el primer programa de capacitación para personal de bibliotecas académicas en la historia de México, al cual habían convocado a dos representantes por estado del país, integrando dos grupos.

Esa mañana que lo conocí, tenía cuatro días de haber llegado por primera vez a la ciudad de México, una ciudad idealizada por mí, que nunca antes había visitado.  Era la capital de un país que ahora suena lejano, tenía 50 millones de habitantes toda la nación y su capital tendría también la mitad de población que ahora tiene.  Luis Echeverría era el presidente en turno. 

Ese día llegue con dificultades a la dirección de la ENBA, con una hora de retraso a la primera clase, porque el número 122 se repetía tres veces en la misma calzada del Viaducto.  Mi nula experiencia citadina y mi pasado campirano, no me ayudaron en mi lógica de encontrar la Escuela Nacional, que para mi sonaba a la gran escuela del país para bibliotecarios.  En el aula había cerca casi 30 alumnos, entre los cuales estaba Dante, en la segunda fila de enfrente cargado al norte del aula.  Ese lugar sería el mismo donde se sentaría durante el curso.  La clase era conducida por Fanny Wilson, una rubia chilena de figura perfecta, la cual se distinguió por ser una maestra positiva y maternal en todo el programa, que duró seis meses, para mí y doce para Dante.  El programa era un “Curso Intensivo de Entrenamiento Técnico para Bibliotecarios”, un programa que integraba seis materias, bastante pesado, pero de calidad, y con una exigencia de aprendizaje como si fuera de maestría.

Cuando lo conocí, Dante era una de las tres personas más doctas dentro del grupo “B”, donde coincidimos en el CIETEB.  Los sabios era él, una colega de Mérida, Rocío Castro y mi buena amiga también conocida de ustedes, Griselda Gómez, otra veracruzana que trabajó en las bibliotecas  UV por muchos, casi los mismos años que Dante.  Ellos tres eran  las personas que sabían todo, porque tenían experiencia en al área de bibliotecas, eran ya jefes de bibliotecas y con una amplia cultura general, mucho mayor al promedio de los que estábamos en esos grupos, donde algunos teníamos más juventud, pero poca cultura literaria, y menos conocimientos de bibliotecas.  Dante era una persona madura para nosotros, o cuando menos yo así lo sentía.  La diferencia de cronológica era de unos diez años, pero para nosotros era mucha por estar apenas en la segunda década de vida.  Dante, en su caso, nos parecía de mayor edad por su seriedad y lo poco sociable que era, no aceptaba ir con nosotros a las fiestas, ni se unía a nuestros alborotos para celebrar cualquier cosa, como el de que nos hubiera llegado a tiempo la beca CONACYT. 

La seriedad de Dante, por otro lado, no era completa.  En clase él era uno de los que dominaba la palestra.  Sus participaciones eran acertadas y coadyuvaban al desarrollo de la clase, continuamente compartía experiencias, abundaba con detalles, y desarrollaba en extenso lo que decían nuestros profesores en dicho programa, si se le preguntaba, especialmente en catalogación y clasificación.  Los maestros, en consecuencia, lo miraban con respeto, porque podía ser el profesor adjunto de ellos. 

Una anécdota, en ese septiembre que conocí a Dante en el CIETEB, se había dado el golpe de estado en Chile, un 11 de septiembre.  Unos días más tarde, el 23 de septiembre, muere Neruda, el premio Nóbel de la Literatura chilena.  El nombre del poeta salió en la prensa y la televisión de todo México.  Cuando se discutió en clase de catalogación su obra, casi nadie supo bien quien era, sólo Dante, y mis otros dos colegas doctos, supieron quien era ese noble hombre de las letras latinoamericanas. 

Después de ese encuentro inicial con Dante, lo volví a mirar unos años después en la biblioteca del Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo, el llamado centro del entonces ya ex presidente Echeverría.  El lugar era de arquitectura mexicana de abundantes colores rosa fussia y equipales.  Un tiempo más tarde, lo volví a visitar en Xalapa en 1997 en la antigua biblioteca central de la UV.  En esa ocasión estuve visitando la Universidad Veracruzana, para dar asesoría en la construcción de USBI Xalapa.  En la primera visita de consultoría, hice un recorrido de lo que era la biblioteca central de aquella época y que ahora es el renovado edificio de la librería del Servicio Bibliográfico Universitario y las oficinas de la Dirección General de Administración Escolar.  Dante, junto con Griselda mantenían impecable y ordenada esa biblioteca. Ciertamente la biblioteca requería de nuevo mobiliario y demandaba de inversiones, sin embargo, a pesar de todo, destacaba el orden y la limpieza, unas características envidiables para muchas bibliotecas del país. 

Tuve  admiración por Dante, por esa dedicación al servicio, por ese don del detalle bibliográfico y su entrega a todo lo que tuviera forma de libro.  Me admiró su sencillez y modestia en todo lo que hacia.  Dante nunca fue una persona de luces o flechazos en las pasarelas de los congresos mexicanos de biblioteconomía.  Él, hasta donde ahora recuerdo, nunca me lo encontré en un  evento, quizá la excepción fueron las Jornadas realizadas en Veracruz.  Siempre tuve la idea de que no le gustaba viajar.  Las veces que lo miré fue porque nos vimos en la Ciudad de México, o bien aquí en Veracruz.
Dante siempre ha sido una persona sobria el vestir, su valor nunca se dimensionó por la cobertura de los ropajes, si no en la magnificencia de su lectura literaria, del servicio a los usuarios y de la entrega a las bibliotecas.  Muchas de las colegas mujeres que integraban la dirección, siempre recuerdan los detalles de esas tarjetas escritas a mano felicitándolas por el díez de mayo o por la Navidad.  En le plano personal, recuerdo que en ese 1973, vine a Xalapa, invitado por Dante y  por Griselda.  Era una visita realizada con presupuesto estudiantil escaso, pero que no fue necesario gastar ninguna moneda porque todo, lo pagaron ambos anfitriones.  En esa ocasión visite la casa de Dante, en un lugar ubicado en alguna colina de Xalapa, de donde se miraban desde su patio las luces de la ciudad.  Conocí a sus hijos, eran niños pre-púberes, quizá de alrededor diez años, estaban, me imagino, en la época de final de la educación primaria.  La visita a Xalapa, tuvo las características del invierno de este lugar, había norte, caía una llovizna fina sin cesar, sin embargo esto no me impidió recorrer Xalapa,  ver la bruma cubriendo las colinas y convivir con nuestros anfritriones. 

A Dante también lo recuerdo como una persona reservada con mucha dignidad en lo que hacia y siempre haciendo sugerencias para tareas que uno pudiera desarrollar, en una de las ultimas reuniones recientes en su oficina, me hizo una larga lista de tareas que podía yo hacer en materia de desarrollo de habilidades informativas.  Me puso en aprietos, porque me dio una lista larga de sugerencias.  Dante siempre tenia una idea, una sugerencia sobre como mejorar el servicio para los usuarios de las bibliotecas UV.

Dante, a lo largo de los meses que conviví con él en la ciudad de México, fue un persona reservada para el estándar común social, aunque reía, siempre fue un tipo diferente, algunos nos distinguimos por el ruido y por la fiesta, el en cambio Dante se distinguía por el estudio y la dedicación a la lectura.

La ciudad de México, de 1973 era una ciudad ciertamente diferente a la actual, el sistema colectivo del metro apenas se había inaugurado en sus primeras rutas, la ciudad de México, se le criticaba por la contaminación, por el tráfico, sin embargo, era todavía una urbe segura, no tanto como las de provincia, pero no tenía la violencia de hoy, la seguridad aún prevalecía en sus calles.  México inició una nueva época, una era nueva para el desarrollo informativo del país.  En esos años se realizaron las primeras acciones, para lo que sería el crecimiento bibliotecario del país.

En resumen, mis recuerdos de Dante son, posiblemente, similares a los que ustedes tienen o deben de tener, si han convivido con él a lo largo de su vida profesional.  Dante es un hombre dedicado, profesional, y respetuoso.  Su presencia en esta universidad es intangible, porque lo que dio, a través de los años, es transparente: un servicio informativo y una larga gestión bibliotecaria, que no se miran fácilmente con el tiempo, sin embargo su trabajo trasciende los umbrales de los edificios donde ha trabajado, porque impactó a cada usuario que a lo largo de décadas cruzaron la puerta de la otrora biblioteca central UV, para pedir un servicio.  Muchos de los profesionistas formados en la Universidad Veracruzana tienen un componente de conocimientos, donde Dante jugó un papel importante, callado, modesto, para que los servicios fueran eficientes dentro de los límites de los recursos que recibía institucionalmente.  Dante cumpliste cabalmente con esta institución.  Tu aportación es valorada.  Ha sido un placer conocerte como un caballero de las bibliotecas UV a lo largo de estas tres décadas.  Gracias por tu presencia en esta Universidad.

Jesús Lau
Abril 6, 2006



jueves, 7 de mayo de 2015

Anécdota de autobús...allá por 1973 o 74

Queridas hermanas y hermano…

Estos días obligan a bucear en los recovecos más recónditos de l memoria. De ahí sale la anécdota - que titulé anécdota de autobús -
que quiero contarles…

Cuando yo era muy niño (habré tenido 4 o 5 años), y no recuerdo si
Karel ya andaba por ahí, durante las vacaciones de verano y/o de
invierno íbamos a visitar a los abuelos paternos –doña Chanita y don
Chencho- a Tempoal, donde nació Dante y supongo que sus hermanos… Esos
viajes eran encantadores para mí, no sólo porque siempre me gusto – y
aún me gusta – viajar en autobús, sino por visitar a los queridos
abuelitos y pasar unos días en su casa, jugando en un sitio diferente,
comiendo platillos con sabores diferentes, oliendo aromas diferentes,
que vienen a mí ahora que los pienso…

Tampoco recuerdo si la ocasión a la que se refiere esta anécdota er verano o invierno, pero lo cierto es que en esa ocasión el viaje
incluyó la visita a los tíos Barbosa Gómez en Cd. Madero, al ladito de
Tampico.

Esa ocasión el regreso a Xalapa lo hicimos desde la terminal de
Tampico. Recuerdo que viajábamos mi mamá, Dante y yo (hermano, no me
lo tomes a mal, pero no me acuerdo si tú eras bebé de brazos y y viajabas con nosotros…). La ruta pasaba obligadamente por Tempoal y
alrededor de las 10 de la noche el autobús, un ADO del modelo conocido
como “jorobadito”, hizo parada en la terminal, al lado del parque, de
Tempoal. Por cierto que recuerdo con enorme agrado a los vendedores de
los deliciosos “quesos de bola”, cuya forma de pierna de pollo y su
sabor son inconfundibles…

En fin, el conductor aununció una escala en Tempoal de 15 minutos y
nuestro extrañado Dante aprovechó para ir de carrerita a casa de los
abuelos, que estaba más o menos a 600 metros de ahí. La cosa fue que,
ya sea porque el conductor rectificó su horario, o porque el tiempo se
fue muy rápido, cuando me di cuenta el autobús reinició su march hacia Tantoyuca, que era la siguiente escala en el viaje a Xalapa, sin
Dante a bordo…

¡No se imaginan, hermanos, la angustia que sentí cuando vi que el
autobús reiniciaba su viaje sin mi papá a bordo… Desde luego mi mamá
le pedía al conductor que esperara tres, dos, un minuto más, pues
estaba dentro del tiempo que él mismo había dicho
originalmente…petición que no prospero…

Imposible para un niño de 4 o 5 años mantener la calma, olvidar l angustia y no llorar… y yo, como siempre he tenido las lágrimas a flor
de piel (o de ojos, mejor dicho), lloré angustiadísimo porque habíamos
dejado a mi papá kilómetros atrás…

No recuerdo si me dormí llorando o me mantuve despierto llorando, el
caso es que cuando me di cuenta el autobús estaba en su escala debid en la terminal de Tantoyuca…y mi angustia desapareció cuando vi Dante entrar al autobús, avanzar por el pasillo y tomar asiento a mi
lado, abrazarme fuertemente y acariciarme como –acabo de recordar- lo
hacía… Gracias a un taxi, alcanzó al ADO en Tantoyuca.

Hoy diría que los lugares están al revés: Dante es quien ya va en su
autobús, y yo soy quien se quedó atrás en el camino. Ya llegará el
momento de subir a ese autobús y volver a sentarnos lado a lado…

Honrando la memoria de Dante…

ADO de aquellos años. le decían el Jorobadito

miércoles, 6 de mayo de 2015

Recuerdos en un jardín botánico...





“Miro este jardín
tan lleno de flores
tan verde
tan apacible…
(…)
…mientras espero a mi hijo y sus amigos
que se han internado por ahí
en busca de hojas secas
con afanes de estudio…
(…)
Y mientras espero y me angustio…
imagino este mismo cielo… (…)
lanzando brillos atronadores…

Y miro este jardín
tan lleno de flores,
tan verde,
tan apacible…”

Dante Gómez Cervantes (ca. 1981).

No lo recuerdo línea por línea, pero este poema lo escribió Dante una ocasión -una mañana de sábado de vacaciones de julio, que él nos trajo a mí y a mis dos entrañables amigos, Jesús Ramírez Villa y Luis Zúñiga, al Jardín Botánico, donde, efectivamente, buscamos hojas secas para hacer un pequeño herbario, parte de las muchas pero sabrosas tareas de la materia de biología de segundo de secundaria…

Dicen que, cuando te marchas de este mundo, hay un tiempo en el que recoges tus pasos. Curiosamente –muy curiosamente- este, que ha sido el tiempo de la marcha (sólo corporal) de nuestro amado Dante, nuestro papá… también ha sido el tiempo de mi regreso al Jardín Botánico, donde alguna vez busqué hojas secas con afanes de estudio…
No dudo que eso sea parte del recoger los pasos que, junto con Dante, un día dejamos por ahí, en el fondo de este jardín apacible y lleno de flores.

En estos días, con un poco más de tiempo, a diario camino por los muchos espacios, rincones y senderos…y recogiendo sus pasos Dante va conmigo, pues voy recordando (y ciertamente platicando con él) innumerables vivencias, lecturas, lugares, fechas…como dice el poema de Bonifaz Nuño que leí en casa de mi mamá la otra noche…

Estoy seguro que Dante disfrutó el jardín de los años 1980, y hubiera disfrutado mucho recorrer el jardín de hoy…

Prometo buscar la tarjeta donde quedó escrito este poema…

“Donde estés, si es que estás, si estás llegando,
aprovecha por fin a respirar tranquilo,
a llenarte de cielo los pulmones.

Donde estés, si es que estás, si estás llegando,
será una pena que no exista dios.
Pero habrá otros-
Claro que habrá otros-
dignos de recibirte Comandante

Mario Benedetti, “Consternados, rabiosos”, 1968.